"Desde el punto de vista creativo, siempre me ha interesado el tema de construir un estilo musical búlgaro", escribe el gran compositor clásico Lyubomir Pipkov, creador de algunos de los ejemplos más importantes de la obra musical búlgara del siglo pasado. Su trayectoria profesional como músico, como escritor, poeta, pedagogo, publicista y figura pública -una personalidad con una brillante posición social y convicciones progresistas- lo definen como una figura destacada de la élite intelectual búlgara. Pipkov escribió cuatro sinfonías, varios conciertos instrumentales, un oratorio, obras orquestales y de cámara, canciones corales y solistas, y música para películas. Sus tres óperas son tres obras maestras únicas, tres conceptos musicales y dramatúrgicos englobados por su estilo único, que sintetiza elementos del folclore y de la modernidad. “Los nueve hermanos de Yanina”, “Momchil” y “Antígona 43” son unas cumbres en la obra escénica y musical de Bulgaria.

Según el propio compositor, la idea de “Momchil” fue provocada por la invasión alemana en Polonia en 1939. Lyubomir Pipkov siempre había sido parte del círculo de intelectuales búlgaros más progresistas e interesantes. Entre ellos había jóvenes talentos como los pintores Iliya Beshkov y Boris Anguelushev, el poeta Hristo Radevsky, los escritores Konstantín Petkanov y Stoyan Zagorchinov, y el director de cine Boyan Danovsky. Uno de los amigos más íntimos del compositor era el crítico Gueorgui Tsanev, editor de la revista mensual “Arte y crítica”, publicada entre 1938 y 1943, cuyos colaboradores eran en su mayoría autores de tendencia izquierdista. Pipkov formaba una importante parte de la producción de la revista desde su fundación, y fue en este preciso ambiente donde surgió la idea original de la ópera Momchil.

El compositor recuerda que Gueorgui Tsanev le había dado para releer la trilogía “Último día, día del Señor”, de Stoyan Zagorchinov, para convencerse de que tenía cualidades para convertirse en base para un libreto operístico. Este fue escrito por el poeta Hristo Radevsky en colaboración con el propio Pipkov, y los episodios finalmente recreados fueron principalmente aquellos episodios heroicos de los libros de Zagorchinov. De ahí que el título elegido fuera el de "Momchil", destacando la imagen protagonista del siglo XIV: la del líder, el defensor y el guerrero.
El estreno mundial de la obra tuvo lugar en la Ópera de Sofía en 1948 de la mano del director de orquesta Asen Naydenov, el director escénico Mihail Hadzhimishev; Nenko Balkansky, artista encargado de la escenografía, y la coreógrafa Margarita Dikova.

La conmovedora e increíblemente bella música de “Momchil” merece una especial atención y merece volver a cobrar vida sobre el escenario. Su brillante y poderosa partitura muestra, sin duda, la percepción del compositor de las grandes tradiciones operísticas. Observamos una parte orquestal imponente y polivalente que dista mucho de un papel de acompañamiento. Y las magníficas escenas corales son, a su vez, impresionantes: el coro juega el papel de narrador y la vez de partícipe en los acontecimientos. El profundo misterio del bosque, las recreaciones heroicas, la fuerza del baile... en su totalidad, esta es una música realmente cautivadora.

Una de las escenas más impactantes es la de la boda real, que finaliza con las famosas Danzas del Segundo Cuadro. Junto con la Introducción a la ópera, estas danzas han sido durante décadas uno de los números de concierto favoritos y muy interpretados en los programas de todas las orquestas sinfónicas búlgaras. Y, la mejor oportunidad de escuchar estos maravillosos sonidos autóctonos es regresando a la ópera "Momchil". Hoy escuchamos la versión de las Danzas del Segundo Cuadro en la grabación de estudio de 1986 de la Orquesta Filarmónica de Sofía dirigida por el gran director búlgaro Alexéy Izmirlíev.
Autor: Tsvetana Toncheva
Traducción en español y publicación: Alena Markova
Fotos: operasofia.bg, Hristo Yuskeseliev/archivo,discogs.com, Ópera Estatal de Stara Zagora
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